Pierre-Auguste Renoir, al igual que Degas, se centró en la figura humana, solo que Renoir se inclinó sobre todo en la figura femenina desnuda. Sus obras pueden describirse como una carta de amor a la vida. Su estilo típico era de pincelada temblorosa para causar el efecto de vibraciones de luz y de sombras. Renoir consideraba que un cuadro debía ser hermoso ya que había suficientes cosas desagradables en la vida como para generar más.